Primer Ministro haitiano aprovechó error de Abinader y lo engañó en ONU

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Por Dr. Domingo Plácido

Hace unos doce días, el Presidente Luis Abinader, sin consultar con el liderazgo político nacional, como jefe del Estado y de las fuerzas armadas dispuso el cierre de la frontera y una movilización masiva de tropas para sellarla en ocasión de la construcción de parte de haitianos de un canal de desvió de las aguas del rio Masacre; luego supimos que en mayo del 2021 la Cancillería, erróneamente, había aprobado los trabajos.

No obstante el cierre al tránsito de personas y de bienes, la construcción continúa, es decir, las medidas que afectaron a muchos dominicanos y a los productores, fueron ineficaces.

El Presidente entonces se dirigió a la nación previo a su viaje a Estados Unidos que culminaba con una comparecencia en la Asamblea General de la ONU. Ese mismo día publicamos un artículo sobre su participación y recuerdo haber leído un breve twiter en que Ángel Lockward le sugería no asistir, porque le esperaba una emboscada en contra del país y así fue.

El lunes una joven malcriada, de raza negra, le hizo un desplante al Presidente en la Universidad de Columbia, a la que – con el ambiente que había dejado en la frontera – no debió ir; luego, el Primer Ministro de Haiti, Ariel Henry no quiso reunirse con él y el miércoles, luego de su comparecencia ante un salón vacío, en que dijo que las medidas eran por las actuaciones de 9 anarquistas, esa tarde, el Gobierno de Haití, le enfiló los cañones con una nota diplomática a las embajadas en Puerto Príncipe, indicando que la actuación de República Dominicana, era “inamistosa”.

Al día siguiente, jueves, el Ministerio de Agricultura haitiano asumió el apoyo al canal y el viernes, el Premier haitiano, fustigó al Presidente Abinader criticando el cierre y reafirmando que el canal era un asunto del Estado haitiano en ejercicio de un derecho soberano: Ningún Presidente dominicano había sido burlado de tal manera en toda nuestra historia.

De todas formas, la construcción del canal ha seguido y, según parece, el Gobierno de Luis Abinader carece de mecanismos de presión para evitarlo porque mientras él no consultó al liderazgo del país antes de tomar las medidas – que han probado ser ineficaces – Ariel interpreta a todos los haitianos en un tema que los une: políticos, empresarios, pueblo y delincuentes apoyan el canal.

Acá, aunque cerremos filas con nuestro Presidente por lealtad y patriotismo, no debemos cegarnos, Luís manejó mal el tema, perdió el pleito y ya, partiendo del desencuentro con la joven Griffim, carga con el estigma de racista: ya hasta una canción que cantan las turbas en todo Haití, le compusieron.

Claro que Luís no es racista, como casi ningún dominicano; él es clasista, gobierna para los ricos y a los pobres asigna limosnas. Pero, él es blanco, su canciller también y a su embajador en Puerto Príncipe, es árabe como él, le resulta difícil explicar que no es racista; quizás por eso, los presidentes dominicanos, blancos o no, tuvieron la prudencia de enviar embajadores como Valdez Hilario, José del Carmen Acosta, Chico Despradel, Silie… todos de color negro; en Haití – la nación más racista del continente – el color de la piel ayuda al entendimiento.

El error en este affaire diplomático con la nación de Louverture, que nos saldrá muy caro, tiene que ver con imprudencia, ignorancia de la historia haitiana y de la diplomacia y soberbia del Presidente.

Si tenemos tres expresidentes vivos, intelectuales y académicos dispuestos a todo por la República, qué costaba consultarles antes de arengar a las tropas, anunciar la entrega de equipos de guerra y ordenarles marchan a la frontera… para nada … contra una docena de obreros con plana, pico, pala y algunos machetess.

Ahora es que si esta feo, ahora están las bandas armadas, grupos anárquicos, fuera de control infladas de anti Abinader, que pueden generar un incidente en cualquier momento.

En los últimos 60 años ningún Presidente dominicano ha sido más firme en contra de los abusos que en nombre de su condición miserable se cometen desde Haití que Joaquín Balaguer y los haitianos, nunca llamaron – en cantos a lo largo y ancho de su territorio – a Balaguer, que era blanco.