Por CÁNDIDA FIGUEREO
Hoy, como ayer, la independencia dominicana necesita ser fortalecida por sus buenos ciudadanos que tienen conciencia de que hay etapas que jamás deben ser regresivas.
Esa independencia bien ganada en ocasiones ha tenido momentos amargos que la han empañado, tiempos que deben permanecer enterrados en el más profundo abismo. A su vez, esos momentos oscuros que azararon vidas de hombres y mujeres deben servir de lección, de alerta para evitar un nuevo porrazo.
Toca a la generación actual, y a toda la que le suceda, convertirse en nuevos trinitarios para que no sucumba la independencia por pretensiones absurdas de agoreros.
Solidaridad no es aceptar invasión ilegal y quedarse de brazos cruzados. Un símil a que dos o tres foráneos entren a una casa sin la anuencia del dueño y pretendan quedarse viviendo en la misma porque les vino en ganas.
Ningún país es más solidario y grato que la República Dominicana, con abundantes ciudadanos nobles que socorren hasta donde está su alcance ante una eventualidad.
El ejemplo más cercano de esa solidaridad dominicana es el vecino Haití, cada vez que zozobra por una calamidad atmosférica, por ejemplo. También la cantidad de mujeres de ese lado de la isla que da a luz en hospitales dominicanos, amén de los tantos que laboran en diversas faenas para su sustento.
Y sobre los que trabajan en distintos lugares del país, no es cierto que sean mal pagados. Ahora, que haya un abusador que se extreme es otra cosa y para eso está el Ministerio de Trabajo. Además reciben el respeto que merece cada persona al margen de su nacionalidad.
Viene como anillo al dedo recordar lo que refiere La Colección Duartiana vol. II de que cuando los trinitarios se reunieron para dejar creada la sociedad secreta La Trinitaria, Duarte dijo al «pequeño» grupo:
«Estamos convencidos de que entre dominicanos y haitianos no hay fusión posible. Somos y seremos dos pueblos diferentes. Nuestro destino es ser independientes, absolutamente independientes… El pueblo dominicano, al ingresar en la vida de la libertad, proclama la unión de todas las razas por los vínculos de la civilización… La situación en que nos colocaremos será muy grave, y tanto más, cuanto que entrando ya en este camino, retroceder será imposible….»
Tras la unión de este grupo hace 175 años, toca la generación actual y a las futuras mantener ese espíritu independentista no permitiendo la invasión silente de extranjeros ilegales. Los dominicanos que viajan a otros países tienen que acogerse a esas leyes foráneas o retornar.
De ahí que todo extranjero, venga de donde venga, debe acoger las leyes de este país soberano o afrontar las consecuencias legales. La responsabilidad de este cumplimiento recae en los dominicanos que en defensa de su país deben levantarse como nuevos trinitarios velando para que la nación no se empañe.