Por CÁNDIDA FIGUEREO
María es muy optimista, tanto que suele contagiar a quines están en su entorno de modo que se involucren en esa magia que eleva el espíritu y da al traste con la apatía.
Esa disposición de ánimo le llevó a un viaje por todo el país que le permitió constatar que República Dominicana es una maravilla, al tiempo de ofrecer los detalles de esa aseveración al ratificar lo siguiente:
Las mejores personas son los dominicanos por sus características de honestos, trabajadores, afables, preocupados por la formación propia y la de sus hijos, además de que en su vocabulario el adverbio NO es de poco uso.
En un símil con los banilejos que se distinguen por tener los negocios mejor organizados y las calles limpias en toda la demarcación de la provincia Peravia, a nivel nacional cada ciudadano reedita ese ejemplo y no permite que le echen vasos y platos desechables en sus puertas tras la «gozadera» de algunos los fines de semana.
El hacinamiento habitacional pasó a mejor suerte, gracias a una reordenación lógica, con regla y seguimiento para evitar baches innecesarios.
Todo conductor de vehículos privados y del trasporte público aprendió que la ley es igual para todos. Ya no se ve a quienes conchan en carros y autobuses sin el cinturón de seguridad y descontinuaron la competencia de algunos que se exponían a aplastar a quien no cediera el paso cuando a toda velocidad deseban pasar de un carril a otro en una loca competencia por los pasajeros de a pie.
Nadie cruza el semáforo en rojo, estén o no presentes quienes velan por el cumplimiento de ese servicio. Y todo el que anda sobre dos ruedas, al margen de su ropaje, lleva placa y casco protector.
A nivel nacional hay energía eléctrica y agua las 24 horas. Cada ciudadano está consciente del uso racional que debe dar a esos servicios y si se produce una avería en éstas prestaciones, la rapidez con que se acude para su corrección supera a un rayo.
No hay niños ni abuelos mendigando por las calles por un pedazo de pan porque sus necesidades están cubiertas.
Además, el país cuenta con un probo sistema judicial. Cualquier queja es injusta o proviene de un enemigo que solo quiere hacer daño. Nunca ha habido desarmonía en ninguno de los partidos y mucho menos necesidad de alzarse en la creación de alianzas.
En las plazas, los precios de los productos siempre están en baja y la palabra agiotista está en desuso, amén de que las etiquetas de productos foráneos no deben tener como obligatorio el español porque el dominicano habla todas las lenguas.
Y si se produjeran alzas en los precios, lo que nunca ha ocurrido en este país, los nativos saben perfectamente que pueden revertir la situación sin decir siquiera esta boca es mía. ¿Como? absteniéndose de comprar lo que sube y eligiendo otras alternativas.
Más importante que todo lo anterior es el nivel de conciencia de cada dominicano cuando participa de manera libérrima en certámenes electorales, porque no hay modo de que le hagan cambiar su parecer por la dádiva de un pollo, RD$500.00 y una botella de ron.
Fuertes tronadas acompañadas de relámpagos despertaron a María justo cuando se iba a detener para cumplir con el rigor del izamiento de la bandera tricolor que engalana las instituciones pública. Entonces María se arropó de pies a cabeza para seguir dando cancha a su imaginación con la retahíla que justifica que República Dominicana es una maravilla y en lo que ella cree de manera vehemente.