Impresiones de un Viaje a Jarabacoa y Constanza

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Un hermoso e imponente regalo de la naturaleza dominicana: La Cortina, Jarabacoa.
Un hermoso e imponente regalo de la naturaleza dominicana: La Cortina, Jarabacoa.

Por JUAN CRUZ TRIFFOLIO

No importa sea en invierno como en la temporada de verano.

Visitar Jarabacoa y sus puntos geográficos paradisíacos, es un privilegio que nos permite disfrutar de la naturaleza caribeña en esta media isla enclavada en el Caribe, cuna del merengue, el son y la bachata.

Es una oportunidad de autogenerarnos una auténtica y valiosa acción terapéutica en materia de sanidad mental, a través de una especie de catarsis que sólo permite el hacer contacto con los encantos de la verde y empinada Cordillera Central dominicana.

En aquel santuario de la naturaleza dominicana, bordeado en gran parte por las cristalinas aguas del Yaque Dormilón y el fascinante Jimenoa, arropado por una temperatura insuperable y contrastante en el área caribeña, se termina anonado al contemplar la caída libre de las aguas del imponente Salto de Jimenoa, no sin antes saborear la suculenta arepa, dulce o amarga, al pie de la montaña.

El doctor Cruz Jiminián y Gregory Paniagua disfrutando de La Cortina, Jarabacoa.

Y es que Jarabacoa, donde con sobrada razón vale asegurar que siempre es primavera, bajo ningún concepto puede esconder sus encantos al visitante.

A pocos metros de su epicentro citadino, en ruta hacia la hermosa comunidad de Manabao, el más insensible de los mortales termina perplejo ante la belleza y el esplendor que ofrecen las cristalinas y persistentes aguas que, desde una empinada ladera de la angosta carretera, ofrecen la bienvenida a La Cortina.

Desde allí  desplazarse hacia Constanza, es una experiencia indeleble que nos invita a enamorarnos permanentemente de la naturaleza de República Dominicana.

Cruzando una carretera con un paisajismo envidiable, correctamente señalizada, se logra el privilegio de abrazarnos con las más bajas temperaturas registradas en el terruño de Juan Pablo Duarte, en medio de unos productivos invernaderos que, además de poner al desnudo la laboriosidad del hombre y la mujer de la zona, nos permite la oportunidad de conocer la productividad de su suelo.

El imponente Salto de Jimenoa visto desde su parte superior, en Jarabacoa.

En medio de aquella exuberante vegetación, acariciando el aura del tupido bosque, es posible disfrutar a plenitud, como regalo del Todopoderoso, de los alucinantes viveros que exhiben a plenitud las diversas variedades de flores de múltiples colores, para elevar el espíritu y fortalecer el alma humana.

No hay dudas, vivimos en un país fuera de serie..!!

Definitivamente, visitar a Jarabacoa y Constanza es darnos un baño con los esplendorosos embrujos de la flora y la fauna de un ecosistema fascinante y seductor, capaz de extasiarnos por tiempos indefinidos.

Es una especie de catarsis ideal para descargarnos de las cotidianas aflicciones y engorros de un cotidiano subsistir que luce acorralarnos y demolernos despiadadamente, tanto física como mentalmente.

Es tiempo de experimentar tan inolvidable y placentera vivencia.

Atrévete a viajar.. Jarabacoa y Constanza te esperan..!!

 

Así marca el termómetro del vehículo la temperatura en uno de los tramos del trayecto carretero Jarabacoa-Constanza, a las 3:00 de la tarde.
Renzo, Triffolio y Cruz Jiminián disfrutando de un viaje sumamente placentero por Jarabacoa y Constanza.