Repaso al cine cubano del año que se fue

0
77
Los protagonistas de Habanastation: Ernesto Escalona y Andy Fornaris.
Los protagonistas de Habanastation: Ernesto Escalona y Andy Fornaris.

Por JOEL DEL RIO

LA HABANA, CUBA.- Intentaré pasar revista, apurada y seguramente muy incompleta, a lo que fue noticia al interior del archipiélago, siempre en torno al cine y de acuerdo con mi personalísima y, por supuesto, discutible opinión.

El 2012 fue un año de grandes películas, sobre todo extranjeras. Pudimos acceder a lo mejor del cine tanto norteamericano (El árbol de la vida, Los descendientes, Medianoche en París, Mi semana con Marilyn) como de procedencia menos habitual (la australiana Bella durmiente, la española Blancanieves, la rusa Elena, la iraní Nader y Simin, una separación), y tuvimos la suerte de ponernos al tanto respecto a las mejores y más recientes obras de algunos cineastas que marcan el curso del audiovisual contemporáneo.

Vimos El Havre, puerto de la esperanza, del finlandés Aki Kaurismaki; Melancolía, del danés Lars Von Trier; la belga El niño de la bicicleta, de los hermanos Dardenne, y la polémica pero sin dudas fascinante La piel que habito, de Pedro Almodóvar.

Si a principios de 2012 disfrutamos la nominación de Boleto al paraíso al Premio Goya en la categoría Mejor película iberoamericana, a lo largo del año, su director, Gerardo Chijona, contó con Reynaldo Miravalles para protagonizar una nueva película, Esther en alguna parte, la adaptación de la novela homónima de Eliseo Alberto Diego García Marruz. Respecto a otros proyectos, Isabel Santos y Jorge Perugorría rodaron, bajo las órdenes de Fernando Pérez, La pared de las palabras, que incluye en su reparto también a Verónica Lynn y Laura de la Uz.

El 24 de marzo, día en que se celebraron los 53 años de la fundación del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos, se entregó el Premio Nacional de Cine al cineasta, pedagogo y ensayista José Massip Ysalgué, en «justo y merecido reconocimiento a un hombre que dedicó toda su vida a la cultura y al cine cubanos», y poco después, exactamente en abril, la Muestra Joven del Icaic siguió demostrando suficiencia conceptual, e iluminado liderazgo, a la hora de reflejar las transformaciones que atraviesa el audiovisual cubano contemporáneo.

A través de la oncena edición se reconoció a Camionero, de Sebastián Miló (mejor ficción, dirección, música, edición, actuación, guión); La piscina, de Carlos M. Quintela (Premio Especial del Jurado por el riesgo y la búsqueda artística) y De agua dulce, de Damián Sainz (mejor documental). El buen juicio del jurado se demostró a lo largo del año con las encomiásticas reseñas que conquistó La piscina, también seleccionadas para competir en el próximo festival de Berlín, y los diversos premios y menciones que ha conquistado el documental De agua dulce.

Si algunos aportes medulares se asocian con la Muestra Joven en sus más de diez años de existencia, tales novedades tienen que ver sobre todo con el género del documental. Fuera de competencia estuvo Los bolos en Cuba y una eterna amistad, el detallista y preciso panorama sobre las relaciones cubano-soviéticas, dirigido y escrito por Enrique Colina, quien consigue presentarnos un análisis desapasionado, objetivo, a partir de la razonada organización de un torrente informativo en entrevistas e imágenes de archivo.

Justamente destacado por Fernando Pérez, en el texto publicado para darle comienzo a la Muestra, estuvo también el documental Memoria del abuelo, de Marcel Beltrán, una de las más hermosas cavilaciones realizadas en Cuba últimamente sobre el paso del tiempo, la cercanía de la muerte y el carácter transitorio y fugaz de toda belleza.

Conocido, y respetado, en el ambiente audiovisual cubano por marcar la diferencia en cuanto a la realización de videos musicales, y de dramatizados televisivos (Diana, Doble juego) Rudy Mora es el director y guionista de Y, sin embargo…, en la misma vena conceptual que sendos referentes muy cercanos en el tiempo, y tremendamente exitosos, como Viva Cuba (2005), de Juan Carlos Cremata, y Habanastation (2011), de Ian Padrón.

Y, sin embargo… alcanzó también el premio a la Mejor maqueta en el Festival Internacional del Cine Pobre, en cuya décima edición compitieron más de un centenar de obras de Latinoamérica, Asia y Europa, mientras que Habanastation inauguró en Nueva York el XIII Havana Film Festival, cita anual competitiva que dedicó esta edición a rendir homenaje a dos glorias del séptimo arte de la Isla: la actriz Eslinda Núñez y el fotógrafo Raúl Pérez Ureta.

El Festival de Cine Francés en Cuba, el mayor de su tipo que se celebra fuera del país galo, arribó a su decimoquinta edición con la esperanza y el deseo de mantener vivo el intercambio cultural entre los dos países; muestra de ello fueron los más de diez mil espectadores que visitaron las salas de cine durante la primera semana del evento.

El cineasta y promotor Christophe Barratier, fundador del Festival, comentó el lujo que significó para esta cita cinematográfica contar con una invitada de honor como Isabelle Huppert, a quien se le rindió homenaje con la exhibición de nueve de sus filmes emblemáticos. Hasta el 23 de mayo los cinéfilos cubanos tuvimos la posibilidad de apreciar una selección de lo mejor del cine francés: 13 largometrajes de ficción, tres documentales y dos animados.

Y con la colaboración cubano-francesa se relaciona otra de las grandes noticias del año. Máximas autoridades del Icaic y del francés Instituto Nacional del Audiovisual (INA) firmaron un convenio con el fin de restaurar, digitalizar y comercializar todas las ediciones del Noticiero ICAIC Latinoamericano. La colección está compuesta por 1490 emisiones semanales, producidas y exhibidas entre junio de 1960 y julio de 1990. Y el convenio está signado por el espíritu constructivo y la voluntad de garantizar la permanencia de ese arsenal de imágenes para conocimiento de las generaciones venideras.

De vuelta a los numerosos logros del documental cubano en 2012, hay que mencionar el largometraje La certeza, dirigido por Armando Capó y ganador de la tercera edición del concurso DocTV Latinoamérica. También pasaron por salas de estreno Amor crónico, dirigida por Jorge Perugorría, quien a finales de año hizo reír a gran parte del público con Se vende; A un siglo de El Vedado, codirigido por Carlos León y Cristina Fernández, y la memoriosa Luneta No. 1, de Rebeca Chávez.

Entre los largometrajes de ficción estrenados se cuentan varios títulos tan dispares como Chamaco, de Juan Carlos Cremata; el controvertido musical Irremediablemente juntos, dirigido por Jorge Luis Sánchez; Juan de los Muertos, de Alejandro Brugués, y Larga distancia, de Esteban Insausti. Los dos últimos fueron seleccionados para representar a la cinematografía nacional en las competencias por los premios Goya y Ariel, respectivamente.

Vinci, el filme cubano escrito y dirigido por Eduardo del Llano, se alzó con el premio al Mejor guión y una mención a la Mejor música en el Festival Internacional de Cine de Gramado, en Brasil; y para octubre y noviembre se anunciaba Los desastres de la guerra, de Tomás Piard; y Penumbras, del consagrado director de televisión Charlie Medina, quien nos trasladó a la Cuba de los años 90 mediante la adaptación de una puesta teatral de Amado del Pino, con las destacadas actuaciones de Omar Franco e Ismercy Salomón.

El año audiovisual cerró con el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Fueron destacadas con el Coral por la Mejor actuación femenina (Laura de la Uz) y el Mejor guión, La película de Ana, de Daniel Díaz Torres; mientras que otras realizaciones coparon categorías importantes como la Mejor obra sobre Latinoamérica de un realizador no latinoamericano: Escenas previas, de Aleksandra Maciuszek; Premio Especial: De agua dulce, de Damián Saínz; Primer Premio Coral: El evangelio según Ramiro, de Juan Carlos Calahorra; Mejor guión inédito (de nuevo fue reconocido el talento para crear historias sugestivas de Carlos M. Quintela, con Ismael), y Mejor cortometraje para Los anfitriones, realizada en la Escuela Internacional de Cine y Televisión por el peruano Miguel Ángel Moulet. Entre los lauros colaterales, el Vigía, de Matanzas, correspondió a Penumbras, de Charlie Medina, y El Mégano, otorgado por la Federación Nacional de Cineclubes, a Melaza, de Carlos Lechuga.

Seguramente faltan muchos títulos y acontecimientos, pero tal vez el panorama trazado antes sirva para informar sobre algunos de los principales momentos cinematográficos de 2012. Y justo hasta ahí llegaban mis intenciones.