El tipo de presidente que necesita este país: ¡sin ataduras!

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Palacio Presidencial
Palacio Presidencial

Por Rolando Fernández

Lamentablemente, en el marco del sistema de la llamada democracia representativa, tal se estila en esta nación, que no es más que un libertinaje fehaciente, donde todo el mundo se cree con derecho a hacer cuánto le venga en gana, sin que se le pueda llamar la atención para no perder votos, o adeptos políticos, la forma de elección de su primer mandatario se hace ya casi improcedente.

Se está en presencia de una sociedad muy poco “concientizada”, que se deja conducir y embaucar por todos estos habilidosos políticos de nuevo cuño, cuyo pensar menor es en lo relativo al país propiamente, en términos de su estabilidad económica, desarrollo, y salvaguarda de su soberanía.

Amén de esa condición nacional innegable, la política entre nosotros la han convertido en un abierto negocio “reciprocatorio”: ¡tú me apoyas, y yo te doy! Bajo esa concepción, este país jamás podrá ir por buen camino, ni para las presentes, como futuras generaciones.

Las primeras están casi hipotecadas por completo, y las segundas, tendrán que prepararse para entregar el país, como dación en pago, al ritmo que va el endeudamiento, tanto interno como externo.

Los ciudadanos que logran alcanzar aquí la presidencia, por buenas intenciones que lleven, resultan siempre un fiasco; y es que, se tienen que quedar con los brazos cruzados ante los acuciantes problemas nacionales, y supeditar sus ejecutorias a los fuertes compromisos electorales que contraen con los diferentes sectores que respalden sus aspiraciones.

En consecuencia, los dominicanos tendrán que agenciare otra forma de elecciones, si es que quieren salir a claros caminos. Un sistema a partir del cual el jefe del Estado pueda actuar con libertad absoluta; proceder sin compromisos, ni “narigoneos” de cualquier clase.

El país necesita de un presidente que pueda conformar un equipo de gobierno compuesto por funcionarios aptos, de gente que en realidad funcione, no que vayan a cobrar solamente. Claro, eso tiene que ser al margen de politiqueros y limpiasacos “búscame lo mío”, que alientan los procesos electorales vigentes.

La nación dispone de hombres con preparación en todas las áreas, que muy bien pudieran a ayudar a resolver los problemas del país. Se debe hacer uso de ellos, independientemente de la parcela política a la cual se pertenezca, pensándose siempre en el bienestar generalizado de esta tierra.

Pero además, las escogencias de los congresistas necesarios, como de los alcaldes en capacidad de solucionar, obligatorios soportes concursantes, tienen que estar incluidas en el paquete electivo sujeto a cambios.

Evidentemente, con el sistema electoral que ahora rige, ¡eso no va a ser posible! Hay que inventarse otro más objetivo y prometedor para la sociedad nacional. ¡Que los buenos politólogos y sociólogos que tenemos lo definan, al tiempo que procuren su introducción, muy prioritaria ya!

De lo contrario, esta nación seguirá de mal en peor cada vez. Sus problemas “acogotantes” serán mucho mayores. Y, su posición en la tabla de mayor corruptela en América Latina (6to. lugar entre los 15 con mayor proclividad), según las informaciones que se publican, se hará más despreciable, y vergonzosa para los dominicanos.

En el marco de lo tratado, viene como anillo al dedo un trabajo que publicara Dunia de Windt, en el medio “El Día”, del 6-8-15, intitulado “Nombramientos inservibles”, en que pondera y critica a la vez las últimas designaciones dispuestas por el Poder Ejecutivo. ¡Excelente! Nada sobra en esa publicación.

Un fragmento que merece transcribirse para mayor difusión: “Con estos recientes nombramientos decretados por el presidente Medina queda una vez más confirmado que el “botellerismo” en este país es el deporte nacional. Los cambios siempre son buenos cuando se ejecutan movimientos certeros en aras de mejorar la eficacia de una institución del Estado, no se trata de nombrar amigos, opositores partidistas y allegados por el simple hecho de complacer ambiciones desmedidas”.

No hay que decir más nada, una sola palabra en adición sobraría. Y todo lo expresado, producto del sistema electoral prevaleciente, caracterizado por el clientelismo, el comercio subyacente, y las reciprocidades pactadas.

¡Reflexiónese!

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