Fidel, entre los libertadores de América y el mundo (2 de X)

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Por Miguel Espaillat Grullón – Bronx NY

Preliminar

A – Este pequeño ensayo se estará publicando en varias entregas. En la primera parte ya publicada, un comentarista que se hace llamar el coronel, escribió lo siguiente:  Atención a las personas que opinan aquí, los exhortos a qué formemos un bloqueo de no opinar, mostrar indiferencia ante los escritos de este energúmeno Espaillat, pues ya sabemos las posiciones y los argumentos de todas las barrazadas que escribe.  Así que dejemos de importantizarlo, no opinar y de esta manera quedará huérfano de opiniones e importancia. Después de este artículo, que nadie le haga el favor de criticarlo. El coronel

Desde este momento se habre la Jaula de Los Estupidos, en la cual se van a encerrar a todos los que entren a opinar ya sea a favor o en contra de este energumeno articulista, no le hagan el juego de ser uno de lo mas leido. La mejor forma de repudiarlo es no opinar, todos a decir fuera Espaillat.

B – La opinión de ese coronel (con mentalidad trujillista), se la envié a varios amigos quienes de inmediato me respondieron.  De esas respuestas la que más me gustó es la de unos de los escritores más importantes de nuestra República, la cual fue la siguiente: “Si te quieren callar, es porque lo que escribes tiene importancia”.

C – Esta intolerancia de la que se regodea el mencionado “coronel”, a través de los siglos ha embestido brutalmente contra los escritores que han enfrentado las tiranías militares y religiosas más brutales que han existido en nuestro mundo.  A los apóstoles de la pluma y la palabra, se les ha hecho lo indecible para callarlos; los han perseguido, encarcelado y torturado, y hasta los han matado incinerándolos en hogueras como les hacían en la Edad Media, o los han fusilado, tal como lo hacían los fascistas Benito Mussolini y Francisco Franco. La opresión franquista mató a medio millón de españoles, entre ellos a 40 mil fusilados. Los poetas Miguel Hernández y Federico García Lorca se cuentan entre aquellas víctimas.  También fueron de esta camada de demonios, los psicópatas Adolfo Hitler y Joseph Stalin, cuyas improntas criminales permanecen indelebles: las del alemán en el Holocausto llevado a cabo en las 42, 500 instalaciones repartidas por toda Europa para confinar y matar judíos, homosexuales, gitanos y opositores; y las del ruso georgiano, en los campos y colonias de trabajo correccional conocidos como los Gulags, y en genocidio por hambre de 2 a 3 millones de ucranianos.   Las aberraciones de estas bestias se recrean en las páginas de historia; su lectura produce repugnancia en los seres con alguna sensibilidad humana.

D – En América Latina, las elites nacionales e internacionales que la han gobernado, también han tenido sus verdugos para acallar a los disidentes de los gobiernos impuestos desde las oficinas de Wall Street, desde Washington, el Pentágono, desde las sedes bancarias y desde las matrices de las poderosas transnacionales petroleras y mineras.  Esta manada de tiburones, para reprimir, matar y saquear se han valido de tiranos títeres que se han impuesto matando y reprimiendo. Para muestra de esta intolerancia criminal, basta con mencionar a Augusto Pinochet en Chile, a Jorge Rafael Videla en Argentina, a Alfredo Stroessner en Paraguay, a los Somoza en Nicaragua y a Trujillo y Balaguer en la República Dominicana.

E – La petición que el susodicho coronel hace sus a compatriotas, de que no comenten mis artículos, para -según él – acabar con mi protagonismo en los medios, es una versión moderna de aquellos métodos medievales y los posteriores usados por los tiranos lacayos de los imperios, empleados contra los escritores de avanzada; y digo versión moderna, porque si él pudiera y los tiempos se lo permitieran, ese “coronel” me quemaría vivo o me fusilaría. ¡Y eso, que este “militar” se piensa democrático!  Él, al igual que los de su casta, quiere ciudadanos ignorantes, que no piensen, que no lean, y si acaso hay que leer algo, que sean libros y textos clasificados por ellos. Incluso, en este tiempo, solo quieren que oigan las noticias y análisis que partan de los medios de comunicación de ellos. 

F – En medio de este fogueo, estimulado por la opinión de mi amigo Pedro Conde Sturla, procedo con mucho entusiasmo al desarrollo de mi presente trabajo.  Es posible que en las redes esta batalla la gane el coronel, porque mis amigos progresistas son abúlicos para eso de participar públicamente en el debate de las ideas.  Muchos de ellos, no sé por qué, no quieren exponerse. Con esta actitud, ignoran la importancia que hoy tiene el debate de las ideas en las redes o en cualquier sitio.  No obstante, yo sigo sembrando las semillas de mi pensamiento. Es posible que alguna caiga en un oasis y germine, para dar un árbol frondoso de cuyos frutos y sombra, alguien se beneficie. 

Hecha la aclaración anterior, proseguimos con el pequeño ensayo que nos ocupa.  

1 – La tesis de este ensayo es la siguiente: en 1959, cuando Fidel llegó al poder, nuestra América, compuesta por 20 países, estaba en su totalidad gobernada por tiranos ladrones y asesinos impuestos a sangre y fuego por las élites que sucesivamente venían gobernado a los Estados Unidos.  Entonces, la revolución victoriosa de Fidel, declaró a Cuba soberana, libre e independiente, e inició la descolonización.  Este evento fue declarado por los Estados Unidos inaceptable. Al respecto, sus líderes manifestaron: no permitiremos otra Cuba en América. Esta revolución constituye un ejemplo pernicioso a seguir por otras naciones, lo que afectaba nuestros intereses, por lo tanto, no vamos a permitir su expansión hacia otras naciones en nuestra área de influencia.

2 – Al efecto de esta revolución, cayó sobre Cuba la infamia del bloqueo y la crueldad del terrorismo imperialista, y sobre el resto de América, la etiquetación de comunista de todo aquel que manifestase alguna simpatía por Fidel y su revolución, cosa que equivalía a país bajo ataque, a hombres muertos, a represión y terrorismo de Estado.  Aclaro, que comunista, también era todo aquel que reclamara un derecho, aunque fuera su derecho a un trabajo digno, o a mejora de salarios y condiciones laborales.  

3 – Esta revolución liderada por Fidel no se pudo detener, al contrario, la misma devino en ser el catalizador y estímulo fundamental para que en toda Latinoamérica y en otras partes del mundo gobernada por tiranos títeres, se iniciarán los procesos revolucionarios que al final terminaron con todas aquellas satrapías.  Y como todas ellas se eliminaron por la iniciativa e influencias de Fidel, en consecuencia, esta es la razón por la cual sostengo, que Fidel está entre los libertadores y de América y el mundo, pues si hubiese sido por los poderes fácticos norteamericanos y europeos, aún existieran todas aquellas dictaduras al servicio de sus intereses.   

4 – Para comprender aquel hito histórico, de la sublevación de los pueblos contra las potencias que los subyugaba, es necesario conocer los hechos matrices de aquella colonización en el marco de la llamada Guerra Fría. En este escenario, las elites de las potencias imperialistas solo buscaban imponerse a como diera lugar para asegurar la continuidad del saqueo de recursos naturales y mercados, y como Fidel ponía en peligro ese modus operandi imperialista, esas fuerzas volcaron todo su poder y furia contra el líder cubano y su revolución para frenar su expansionismo.  En este avatar, surgió una nueva doctrina imperialista, cuya matriz fue: “no permitiremos otra Cuba en América.  “Este es un ejemplo que podrían seguir otras naciones y no lo permitiremos.  Esta subversión no puede quedar impune.  La economía cubana con bloqueos y sanciones la destruiremos, de forma tal, que con las tantas carencias quebraremos la voluntad de ese pueblo hasta ponerlo de rodillas.

5 – A consecuencia de esta doctrina, el apoyo a las dictaduras ya existentes se potenció. En esta fase, se soltaron los caballos del apocalipsis.  Los ciudadanos (en especial la juventud), de todos aquellos países subyugados, entendiendo cada cual, que su país merecía una mejor suerte, se unieron para reclamar y luchar por la soberanía e independencia. Este despertar fue estigmatizado de comunista y al efecto, para desarticularlos, se acudió a la represión y al terror de Estado contra todos los movimientos que en los pueblos surgían proclamando y luchando por un nuevo orden. Ante las brutales embestidas los jóvenes de mi generación en todos los países mencionados, se vieron forzados a irse a las montañas y constituirse en grupos guerrilleros de liberación nacional.

6 – Al calor de estas conflagraciones, nuestra América se llenó de sangre, de luto, de muertes, de miseria, de sufrimientos de hambre, de atraso y desesperanza. Bajo aquellas dictaduras, el saqueo de petróleo y gas, y de toda clase de metales, (oro, diamantes, níquel, cobre, oro, hierro, etc.) fluía por torrentes hacia los imperios, paralelos al terror y la opresión desatada por aquellos que su Dios es el dinero.  En esta circunstancia, un joven latinoamericano no sabía cuándo seria llevado a la cárcel o cuando le podría llegar la muerte por asesinato.  En aquel entonces, los sátrapas de turno seguían las directrices de la CIA, y ponían los ejércitos, los mercenarios y los batallones de la muerte, al servicio de las transnacionales, con instrucciones de matar a “comunistas”.  Previamente, a esos soldados y calieses, con reingeniería social, los adoctrinaban para envenenarle la mente, para que viera en cada ciudadano estigmatizado como comunista, su enemigo y de la patria.  Al efecto, perseguirlos, encarcelarlos, torturarlos y matarlo era un deber patrio y hasta cristiano. “Tú no mataste a un hombre, sino a una cucaracha” – le decían –     De hecho, en todos los cuarteles militares y policiales de Latinoamérica se podía ver un letrero que decía: Militar, el comunista es tu enemigo, eliminarlo es tu deber.

7 – Producto de aquellos regímenes fascistas, de tiempos muy duros, en cualquier camino o solar de nuestros países latinoamericanos, se encontraban centenares de cadáveres de personas que habían sido asesinadas en los cuarteles, después de una tanda de tortura por militares que habían sido entrenados para esa macabra aberración en la “Escuela de las Américas”, o por agentes encubiertos, como los monstruos Dan Mitrione y Luis Posada Carriles. Esta política de sangre y muerte, y para desestabilizar y propiciar golpes de Estado, también tenía sus autores intelectuales.  Henry Kissinger, John Negroponte, Otto Reich, Roger Noriega y Elliot Abrams, fueron algunos de ellos.  Las huellas de estos personajes están por doquier en el Plan Cóndor, en todo golpe de Estado particularmente sangriento, como fueron los dados a Salvador Allende y Hugo Chávez. También, estos individuos dejaron su impronta en las limpiezas étnicas como aquella a cargo de Efraín Ríos Montt y en masacres como la del Mozote, y en los asesinatos de miles de jóvenes en toda Latinoamérica y el Caribe. Esas sagas, bien la sabemos los dominicanos que vivimos en los tiempos de Balaguer, de Pérez y Pérez, Nivar Seijas, Milo Jiménez, Beauchamps Javier, Lluberes Montas y de otros tantos gorilas semejantes.  

8 – Textualizo un resumen apretado de aquellos hechos, para que se comprenda mi tesis que sostiene, que Fidel está entre los libertadores de América y el mundo.  Mi convicción va dirigida principalmente a los jóvenes que buscan conocimientos y desconocen los porqués de aquella revolución, su importancia y trascendencia.  Naturalmente esta no es una lectura para los fans de Alofoque, ni para los de Tokischa, Tekashi, Bad Bunny, Daddy Yankee y de semejantes “artistas” que escriben “liricas” alienantes.  A esos no les interesa en lo más mínimo, lecturas como esta. Tampoco lo es para el aludido coronel y sus amigos. Sus mentes y preparación no dan para tanto.

9 – Para darle cuerpo a mi tesis libertaria sobre Fidel, voy a recrear varios hechos que para mí son puntuales resaltar para que se pueda comprender la indignación que llevó a todos los pueblos de Latinoamérica a sublevarse contra el yugo imperialistas, convertido para ellos, en tirano y en verdugo.

10 – En la entrega anterior, escribimos sobre el genocidio que contra varias etnias indígenas de Guatemala, realizó el gobierno títere, del psicópata pastor evangélico Efraín Ríos Montt.  Ahora pasamos a narrar otro evento siniestro conocido como “La Masacre de las Bananeras».  Esta “carnicería” amerita varias páginas, no obstante, voy a condensarla. Pero quien quiera conocer a fondo esta historia, solo tiene que ir a Google y valerse de los enlaces que transcribo más abajo para esos fines.   

La Masacre de las Bananeras. (De aquí en adelante un resumen de ésta y otras barbaries).  

11 – “La Masacre de las Bananeras”, ocurrió en Colombia, entre el 5 y el 6 de diciembre de 1928 en el municipio de Ciénaga, Magdalena, en el gobierno del presidente títere Miguel Abadía Méndez.   Fue una matanza que se estima entre dos mil y tres mil trabajadores de la empresa estadounidense banano United Fruit Company a manos del ejército de Colombia regenteado por la CIA.  Esta masacre tenía por objetivo poner fin a una huelga de un mes organizada por el sindicato de 25 mil trabajadores de la empresa, y 5 mil más de otras.

12 – Antes de irse a la huelga, aquellos trabajadores sometieron a sus patrones un pliego de reivindicaciones laborales, entre ellas, el reconocimiento de las obligaciones de seguridad social, la aprobación del contrato colectivo, mejores condiciones de trabajo e incremento del salario, y pago en dinero, no en vales, pues ganaban miserias y para colmo le pagaban en vales con lo que estaban obligados a comprar sus mercaderías en los establecimientos establecidos por la United Fruit Company para esos fines.  También exigían reducción de las horas de trabajo e indemnización por accidentes de trabajo y el cierre de los comisariatos de la Compañía. 

13 – Otra reivindicación exigida fue la construcción de viviendas dignas, dado que los obreros tenían que vivir en barracas horribles como si fueran cerdos, puesto que estas carecían de servicios básicos, como sanitarios, agua y luz, y sin un dispensario médico. En resumida cuenta, la United Fruit Company trataba a sus obreros como animales, o como esclavos, tal como lo hacían con los negros en el trópico los barones del azúcar y en el sur de los Estados Unidos los dueños de plantaciones de algodón y otros rubros. 

14 – La compañía rechazó los reclamos de los huelguistas, y la declaró ilegal, argumentando, que la misma violaba la ley 69 del 30 de octubre de 1928, que limitaba los derechos de los sindicatos y criminalizaba las exigencias de los trabajadores sobre los propietarios de empresas.  Además, en esta ocasión, la United Fruit Company alegaba que la huelga estaba dirigida por comunistas que propiciaban una revolución obrera al estilo bolchevique, por lo que veían en esta subversión una expansión del comunismo internacional que constituía una amenazaba a la empresa privada, motivo por el cual había que aplastar a como diera lugar. 

15 – Ante la negativa de las bananeras, el lunes 12 de noviembre de 1928, cerca de 30.000 trabajadores de las fincas bananeras, se declararon en huelga.   A las tres semanas de huelga (el 5 de diciembre de 1928) unos 4 mil obreros, acompañados de mujeres y niños, se concentraron en la estación del ferrocarril de Ciénaga.  A eso de la medianoche de ese día, el general Carlos Cortés Varga (un títere de bananera), al redoble de tambores dio la orden de disparar sobre aquella multitud compuesta por hombres, mujeres y niños.  Potentes ametralladoras y fusiles usados en los combates de la Primera Guerra Mundial abrieron fuego a mansalva contra aquella aglomeración humana desalmada, ocasionando un número indeterminado de muertos y heridos.  Aquello fue espantoso. La sangre rodaba por doquier adjunto a los cuerpos inertes perforados por las balas de aquellos artefactos de guerra que los habían asesinado.  

16 – El último telegrama del consulado norteamericano con sede en Santa Marta a la Secretaría de Estado de Estados Unidos (16 de enero de 1929) reportó que el número de muertos excedía de los 1.000.  Esta cifra fue dada por el representante de la United Fruit Company en Bogotá. Otras fuentes cifran las muertes entre dos mil y tres mil.

17 – Esta masacre, 96 años después sigue siendo motivo de debate.  Con las evidencias de esta historia, se establece la voracidad, codicia e inhumanidad, como también la influencia de las multinacionales estadounidenses y europeas en las altas esferas de los gobiernos latinoamericanos.  En nuestra República Dominicana, en especial los obreros del Central Romana y otros emporios del azúcar, saben muy bien de esa explotación laboral.   Y con la Barrick Gold, y otras multinacionales, el país conoce lo que es el saqueo inmisericorde.

18 – Recrean la susodicha masacre de las bananeras, Gabriel García Márquez, en su obra Cien años de soledad; Álvaro Cepeda Samudio, en su novela La casa grande; y el dramaturgo Carlos José Reyes.