Mensaje de un amigo en el mundo onírico «No seas complaciente con los funcionarios»

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Por Roberto Veras,

SANTO DOMINGO ESTE.- El día de ayer, sumido en las oníricas profundidades de mi mente, fui visitado por la figura de un periodista amigo, recientemente fallecido en el municipio Santo Domingo Este. En ese reino de los sueños, él se erigió como un mensajero de la conciencia, desafiándome con una propuesta contundente frente a dos colegas invisibles. «Si no dices lo que debes, yo lo haré», resonaban sus palabras con insistencia en el etéreo escenario onírico.

La incertidumbre me embargaba en ese sueño, y mi interrogante persistente resonaba en el aire: ¿Qué es lo que debo expresar? Finalmente, la respuesta surgió de la boca del difunto periodista: «No seas complaciente con los funcionarios». Cabe destacar que esta frase me las decías cuando aún vivía. Un consejo cargado de peso, una advertencia que trasciende los límites de la realidad para infiltrarse en el tejido mismo de mí subconsciente.

En el manto de la interpretación esotérica, aquellos de nosotros familiarizados con las sociedades secretas reconocemos que este sueño no es simplemente una mezcla caótica de imágenes falto de conexión, sino un mensaje cifrado de un alma que ha cruzado al más allá. Una advertencia velada, una oportunidad para abrir los ojos ante la complacencia que acecha en nuestras acciones cotidianas.

Los sueños, esos intrincados hilos tejidos por la mente mientras descansamos, actúan como el lenguaje secreto del subconsciente. En este caso, la figura del periodista fallecido se erige como un embajador de la verdad, instándonos a no perder de vista la responsabilidad de señalar la realidad, incluso cuando las voces oficiales buscan acallar la verdad incómoda.

La simbología detrás de soñar con los muertos no es meramente un encuentro sobrenatural en el reino de los sueños. Representa una ventana abierta hacia la oportunidad de rescatar las cualidades perdidas en la vorágine de la vida diaria. La figura del difunto periodista se convierte así en un espejo, reflejando aspectos de nuestra propia identidad que creíamos sepultados, instándonos a revitalizar esas cualidades que han sido inmoladas en el altar de la complacencia.

En la interpretación de tales sueños, convergemos en un punto común: no es que los muertos regresen para advertirnos desde el más allá, sino que nuestro subconsciente despierta a la parte consciente de nuestra mente para recordarnos que hay aspectos de nosotros mismos que han quedado enterrados en las sombras. La figura del periodista fallecido se convierte así en el catalizador de una introspección necesaria, una llamada para resucitar esas cualidades enterradas que aún laten en lo más profundo de nuestro ser.